¡¿Yo?! ¡¿Un Maestro?!
La mayoría de las personas no se consideran a si
mismas 'maestros', ¡¿Yo, un maestro?! Vemos el acto de enseñar como una
profesión que requiere de un entrenamiento formal y de una certificación.
Además, pensamos que debe existir una "habilidad
natural" que hace que alguien sea un buen maestro.
Los "48 caminos hacia la sabiduría" nos
dicen que 'enseñar' es una forma de vida básica para todos nosotros. Para
adquirir sabiduría y para vivir conviértete en un "maestro". ¿Por
qué? Porque si no puedes enseñar una idea, entonces eso significa que realmente
no la sabes.
Recuerda cuando estabas en la escuela y el maestro
de matemáticas preguntaba: "¿Quién sabe esta ecuación?". Tú
levantabas la mano y él decía: "Adelante, ¡enséñala a tus
compañeros!". Entonces tú comenzabas a murmurar: "Bueno, umm..."
Creías que la sabías, pero cuando intentaste explicarla te diste cuenta de lo
contrario.
Mientras no compartes una idea, no es tuya, es sólo
una noción confusa en tu imaginación. Transmitir la idea a los demás la
convierte en algo real. Has transformado el potencial en una realidad.
La
Obligación de Enseñar
Debes saber que enseñar es una profunda obligación
moral. ¿Por qué? Imagínate que alguien conoce la cura para el cáncer y no
quiere compartirla con nadie. Esa persona está provocando que todo el mundo sufra.
¿Cómo lo llamaríamos? Un asesino.
Ahora imagínate la peor de las enfermedades - la más
destructiva, la más dolorosa y la más contagiosa de todas: la ignorancia. La ignorancia pervierte a la gente y los lleva a
hacer cosas que son contraproducentes. Conduce a tener una vida de sufrimiento.
Causa que la gente arruine a sus propios hijos, a tener conflictos con sus
esposos y a sufrir en un trabajo sin fin toda la vida. Todo esto es provocado
por la ignorancia.
Si
entiendes algo sobre la vida y no lo compartes eres un desconsiderado.
Hay algo en ti que dice: "No me importan los demás. Soy un lobo
solitario". Vivir en un vacío no es humano.
Si conoces el secreto de la felicidad, ¡compártelo!
Si ves a personas caminando deprimidas, casi muertas, dales un poco de alegría.
Si tienes la capacidad de hacerlo entonces debes ayudarlos, pues, de lo
contrario, siempre cargarás en tu conciencia con lo que "podrías haber hecho".
Cuando reduces la ignorancia en el mundo - inclusive
un poquito - le das un increíble regalo a la humanidad. Algunas enfermedades
sólo pueden ser tratadas por doctores especialistas, pero la ignorancia puede
ser tratada por cualquiera persona que se tome la sabiduría en serio.
Ayuda a curar los problemas del mundo. Acaba con la
ignorancia. ¡Enseña sabiduría!
La
Necesidad de Comunicar
Todos disfrutamos cuando ayudamos a cambiar la vida
de los demás. Noventa y nueve por ciento del mundo - ya sean periodistas,
psicólogos, dentistas, etc. - están motivados (aunque sea un poco) por ayudar a
los demás. Es un impulso humano natural. Mientras más personas influenciemos
positivamente, mejor nos sentiremos acerca de nosotros mismos.
¿Sabes cómo se juega al béisbol, verdad? ¿Alguna vez
has visto a una persona agarrando el bate al revés? ¿Qué harías? Lo observarías
bateando una o dos veces y después te acercarías y le dirías: "Perdóneme,
no estoy criticando, pero si toma el bate del otro lado podrá batear mejor.
¿Por qué no lo intenta y ve si funciona?". ¡Le enseñas lo que sabes porque
te duele observar a alguien perdiendo el tiempo - inclusive que esté en el
equipo contrario!
Enseñar es una manera de crear un lazo eterno con
otra persona. ¿Recuerdas cómo tu tío te enseñó a silbar, o cuando tu hermano te
enseñó a tirar una pelota? ¡Esa acción creó un lazo! Con más razón, se creará
una unión cuando enseñes un consejo de vida.
Tú
tienes la capacidad de provocar un cambio dramático y positivo en la vida de
los demás. No tienes que ser un doctor o un trabajador social.
Con un poco de sabiduría puedes cambiar
a la humanidad.
Piensa en experiencias de vida que te hayan
cambiado. Probablemente hay algo te hizo madurar, o que te ha ayudado a tomar
los problemas de mejor manera, o a ser más independiente, o a ser más
tolerante. Si esa experiencia quedó grabada en tu memoria, entonces vale la
pena compartirla con los demás.
Creando
el Deseo
Si el hijo de tu vecino estuviera malgastando su
vida, dirías: "¡Qué lástima!". Pero, ¿si fuera tu propio hijo?
Actuarías de inmediato: doctores, terapeutas, rehabilitación, ¡cualquier cosa
que ayude!
Entonces, ¿Cómo nos motivamos para enseñar a los
demás? Simplemente te tiene que importar.
Cuando
te importa, haces el esfuerzo. Si no haces el esfuerzo, ¡probablemente es
porque no te importa lo suficiente!
El
Efecto Boomerang
Es posible estudiar una idea y pensar que la
entiendes, pero sin entender realmente su profundidad. Esta es la razón por la
cual mucha gente puede ser inconsecuente - y a veces contradictoria en sus
acciones.
El
tener que explicar una idea a los demás te obliga a clarificarte a ti mismo. Te
hace permanecer enfocado y estar seguro de que la información está siendo
absorbida y digerida apropiadamente. Vas a examinar las
cosas con mucho más detenimiento - los detalles, la secuencia lógica, etc. Al
esforzarte para convencer a los demás, llegarás a convencerte a ti mismo.
Más aún, cuando enseñamos, estamos conectados con el
impulso humano de la creatividad. Cuando sientes ese poder de la creatividad
estás llegando a todo tu entendimiento. Una idea puede afectarte realmente.
¡Este es el real crecimiento!
Como dicen nuestros Sabios: "He aprendido mucho de mis maestros. He aprendido más de mis
colegas. Pero más que nada he aprendido de mis alumnos".
Inténtalo. Enseñar te conecta con aquel instinto
creativo que todos tenemos.
No
Aburras a Tu Público
(Bostezo)... "Otra vez nos va a dar un
sermón..."
No recites, no entretengas. Enseñar significa
"conmover" a otra persona, hacerla apreciar que lo que sientes es
importante. Empieza con una broma o con una historia divertida para captar su
atención y así introducirla al tema.
Nunca pierdas de vista a tu público. Tienes que
"sentir" cómo están reaccionando ante lo que estás diciendo.
Generalmente, la gente está dispuesta a escuchar lo que sea - si es dicho de
una forma que puede ser entendido y apreciado. Asegúrate de que lo que estás
enseñando sea relevante.
Buenos maestros hacen que sus alumnos aprendan a
enseñarse a si mismos por medio de preguntas estimulantes que descubren la
esencia del mensaje. Cuando alguien hace una pregunta esto es una señal de que
está interesado en aprender. Por otro lado, cuando alguien está escuchando una
charla, su mente puede divagar e irse lejos, ¡muy lejos!
Clarifica
Tu Objetivo
Sé claro y conciso. Explica en términos simples lo
que quieres comunicar. Si no puedes resumir tu mensaje en una o dos líneas, eso
significa que no está lo suficientemente claro en tu mente. Y sin lugar a
dudas, tu público acabará confundido.
Imagínate que tienes 12 años y a pesar de las
advertencias tu hermano menor continúa desordenando tu cuarto. "¡Mas te
vale que no desordenes mi cuarto o voy a tener que romperte la cara!". ¿Es
la amenaza de violencia lo que quieres comunicar? ¡No! Lo que realmente quieres
es que sepa que es una falta de educación el desordenar el cuarto de otra
persona y si lo hace sufrirá las consecuencias. ¿No es esto lo que querías
transmitirle? Entonces el mensaje que debes dar es: "Ten en cuenta que así
como tú no quieres que desordenen tu cuarto, a mí tampoco me gusta que
desordenen el mío". ¡Así es mucho mejor! Le has enseñado un principio muy
importante para vivir: "Ama a tu prójimo como a ti mismo".
Ahora bien, el segundo paso es, ¿cómo vas a
transmitir el mensaje? No cómo lo vas a hacer enojar, o reprender, o hacer de
él un enemigo. Por el contrario, ¿cómo vas a llegar a él? Tómate el tiempo para
averiguarlo.
Deja de gritar. Deja de discutir. Empieza a enseñar.
Empieza a "llegar" a la gente.
Enseña,
No Prediques
"¡Yo no soy un predicador! ¿Quién soy yo para
decirle a la gente lo que hacer?".
¿Qué es predicar? Predicar es dar información con
fuego y azufre, sin prestar atención a lo que la audiencia está sintiendo. Un
predicador ordena: "Yo soy la autoridad... Yo te enderezaré... Acepta lo
que yo digo... No preguntes... Estaciona tu mente... Escúchame...
¡Obedéceme!".
Predicar es ser un semidiós, estimular a la gente y
provocarlos emocionalmente. Eso no es enseñar. ¡Eso es lavado de cerebro! Y esa
no es de ninguna manera la forma judía de enseñar.
¿Qué es enseñar? Enseñar es transmitirle a un ser
humano independiente la claridad de un concepto. Es hacer que los demás vean y
entiendan tu mensaje en sus propios términos. Habla "con" la gente,
no "a" la gente. Hay que permitir que el 'estudiante' se ponga en
contacto con aquello que ya conoce, y que de esta manera, lo re-descubra por si
mismo.
Un maestro apasionado puede inspirar mucho, pero al
final de cuentas, un maestro debe ser capaz de transmitir ideas de una manera
en la que las emociones y los intereses no interfieran distorsionando el
mensaje. ¿Entiendes la diferencia?
Si enseñas pensando, "los voy a
enderezar", entonces nadie va a escucharte. Debes estar abierto a la
retroalimentación. "Si estoy equivocado, por favor corríjanme". Dale
espacio a tus estudiantes para que evalúen los argumentos y tomen sus propias
decisiones. Ten confianza de que la verdad prevalecerá. De otra manera, los
estás forzando a que se traguen tu idea.
Hazlo
Real
Repasa tu material para saberlo a la perfección.
Antes de comunicar una idea, repasa los puntos importantes, inclusive aunque ya
hayas enseñado el material 100 veces. Esto fortalece tu confianza, para que en
el momento de enseñarlo puedas enfocarte menos en el contenido y más en la
presentación.
No puedes recitar notas muertas. El material debe
ser real para ti. Tiene que estar vivo, y de esta manera algo mucho más sincero
saldrá de ti. Como dicen los Sabios: "Lo
que sale del corazón, entra al corazón".
Lo mejor es repasar en forma rutinaria, por lo menos
una vez al año. ¡El Talmud dice que inclusive repasó la Torá cuatro veces antes de
transmitírsela a Moshé!
Inspira
Acción
Enseñar no es sólo transmitir bits y bytes de
información; es afectar un cambio de comportamiento. Piensa cómo transmitir
para que los demás no sólo aprecien la idea sino que la pongan en práctica. De
otra forma, no has tenido éxito enseñando.
Las ideas impactan a la gente. Las ideas cambian la
manera de pensar y otorgan las herramientas adecuadas para cambiar nuestra
manera de actuar.
Desarrolla un plan para dar buenas clases. Trabaja
sobre los pasos para hacer que la gente realmente implemente lo que enseñas.
¿Por Qué "Enseñar" es un ingrediente para
la sabiduría?
El examen para comprobar si has entendido o no una idea es enseñársela a otra persona. Hasta que no puedas enseñarla no la has entendido.
Todos queremos ser buenos. Enseñar sabiduría a
los demás te da el respeto propio de saber que no eres egoísta.
Si tu propio hijo necesitara que le enseñes
algo importante, te importaría lo suficiente como para enseñárselo.
Enseña cuando puedas. Cuanto más practiques,
mejor será para ti.
Enseñarle a los demás es una manera
significativa de expresar creatividad.
Los estudiantes te obligan a ser honesto
contigo mismo.
Si tienes una idea sabia, es una obligación
moral enseñarla.
Enseñar a los demás contribuye a mejorar el
mundo.
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